Comedia de terror en la que un vampiro liberado luego de 200 años visita la casa de su familia en Maine en 1972. Burton vuelve al terreno que mejor domina, el terror de clase B y los toques de comedia, en su primera incursión en el vampirismo. Más allá de todas las concesiones que debe hacer (el prólogo que resume apuradamente la historia de la serie de televisión en que se basa, los chistes de pez fuera de agua, la banda sonora que ambienta en la década de 1970 y la resolución de grand guignol) para mantenerse en los primeros planos de Hollywood, el dominio estético del género de terror (ya sea la fotografía o la iluminación, las reminiscencias al cine mudo y al expresionismo, la sutil belleza gótica de las imágenes o los primeros planos que abstraen las coordenadas espaciales) no tiene nada de irónico o paródico. Burton tal vez puede perder ocasionalmente el favor de la crítica o del público, pero cuando regresa al cine de terror muestra su talento.
