Comedia dramática en la que un matrimonio de dentistas con tres hijas atraviesa una crisis cuando el esposo sospecha de la infidelidad de su mujer y empieza a sufrir alucinaciones en el condado de Westchester, New York. Alan Rudolph continúa con sus matrimonios infelices, sus infidelidades como motor de la historia, sus salidas de tono controladas y su humor repentino y surreal. Aunque aquí los personajes resulten un poco más atractivos de lo habitual ya que el protagonista (con su imaginación) y su esposa (con el affaire) buscan romper el orden y la monotonía de la vida familiar. El gran mérito es que, como en La séparation (1994), la historia de infidelidad queda fuera de la pantalla, lo que le permite a la película ser más sutil de lo que aparenta. Y a Campbell Scott realizar un show histriónico. Por momentos el film se acerca a la tragicomedia o la comedia de terror (excelente la secuencia en que toda la familia está con gripe). Las niñas actrices que interpretan a las hijas hacen un excelente aporte (las dos mayores miran constantemente televisión y la menor, obsesionada con su padre, golpea a todo aquel que se le acerque). No tan bien parado queda el personaje de Denis Leary, paciente contestatario y amigo imaginario del protagonista a la Fight Club (1999). Sus frases y apariciones terminan cansando. El film se suma a Storytelling (2001) y The Safety of Objects (2001) como una respuesta un poco más inteligente a los temas de American Beauty (1999). Otra de las rarezas de Rudolph, como siempre despareja, pero más atractiva que de costumbre.