Stolen Face (1952)

Melodrama en el que un cirujano se enamora de una pianista que lo abandona y opera a una delincuente desfigurada con la misma cara en Inglaterra. Fisher tiene un gran punto de partida que anticipa su tendencia hacia el cine de terror gótico. El protagonista trata de reemplazar a su amada bajo cierta pulsión necrófila que luego va a ser explorada por Hitchcock en Vertigo (1958). Pero después el guión no sabe bien qué hacer con el truco creado. No explora la veta fantástica, cae en peligrosos prejuicios de la criminalidad y la resolución es decepcionante.