Biopic del marqués de Sade durante los últimos años de su encierro en un manicomio en Paris a principios del siglo XIX. El conflicto entre el sexo, la moral y la religión está resuelto por el lado de la libertad de expresión. Las historias paralelas de la joven virgen fascinada por la obra de Sade, el sacerdote con un dilema, el supervisor hipócrita y su esposa que descubre los placeres del sexo refuerzan el “mensaje progre” del film. El marqués de Sade está representado más como un fanático de la escritura que del sexo. Es una máquina de lanzar one liners. En el film termina imponiéndose el sentido del humor, la ironía y el sarcasmo del protagonista. El grupo de competentes actores hacen sus papeles de memoria. El diseño de producción, el vestuario, los decorados y la ambientación son de lujo. Uno no esperaba algo similar a Salò o le 120 giornate di Sodoma (1975) , pero las perversiones sexuales según Hollywood son sólo de la boca para fuera y nunca delante de la cámara. Aún así se advierte el tipo de film que podría haber sido con la sordidez que invade la resolución (el incendio onírico del manicomio, la locura, la muerte, las heces, la necrofilia).