L’homme qui ment (1968)

Cuento de misterio en el que un hombre llega a un pueblo donde dice conocer a un héroe de la resistencia en Francia. Alain Robbe-Grillet plantea un juego autorreferencial del relato con el género policial. La película se sostiene gracias al dibujo de los personajes y la actuación de Jean-Louis Trintignant. Si a fin de cuentas el film no es más que un cuento de fantasmas de asumido sadomasoquismo, se establece un constante diálogo con el espectador sin siquiera convocarlo.