Besos brujos (1937)

Drama musical en el que una cantante es secuestrada y llevada a la selva por un estanciero en la Argentina. La mezcla de solemnidad e irreverencia es lo que hace que Ferreyra haya podido insertar sin problemas el tango en el cine. La película arranca muy bajo, a la deriva de un guión maniqueo y manipulador, pero una vez que se instala en la selva y aísla a sus tres protagonistas aparece la genialidad de su puesta en escena. El primer plano final de la pareja que no termina en beso es un guiño irónico.