Drama criminal en el que un asesino de niñas es perseguido por la policía y los mafiosos en Berlin. El film supone un paso adelante para el cine sonoro. La excelente utilización del silencio (auténtica forma de construir el suspenso) y de los planos secuencias (los complicados movimientos de cámara) supera los inconvenientes técnicos de la época. Lang indaga en las nociones de culpable e inocente, pero no encuentra respuestas tranquilizadoras porque la línea que las separa es demasiado fina.