Drama en el que una agente de la CIA investiga la ubicación de Osama Bin Laden en Pakistán de 2003 a 2011. Inspirado en un caso real. Luego del reconocimiento de The Hurt Locker (2008) Kathryn Bigelow continúa sus incursiones en el Medio Oriente sacando provecho de la historia reciente. El oportunismo del proyecto no quita el hecho que Zero Dark Thirty sea uno de los más inteligentes, conscientes y consumados ejercicios formales del cine americano contemporáneo. La cámara al hombro, la utilización del sonido y la captura del gesto de las actuaciones crean un realismo no afectado que no desprecia los poderes de la abstracción. Llega un momento que el film deja de ser sobre la captura de Bin Laden y sólo se trata de la lucha de una mujer y su trabajo. El cine de cuerpo de Bigelow está a la misma línea que el de Chéreau, Assayas y Denis. Jessica Chastain es capaz de darle una intensidad y una contención admirables a su papel. Las imágenes llegan al grado cero de la representatividad (la oscuridad del ataque, el cadáver que no se muestra). Y la puesta en escena maneja con frialdad las trampas del guión (escenas de tortura, la política, la violencia). Bigelow confirma su excelente estado de forma. Ahora necesita un pequeño repliegue para confirmar sus virtudes.