Cuento de misterio en el que una periodista investiga la separación de un dúo cómico en la década de 1950 en Los Angeles en 1972. Adaptación de la novela de Rupert Holmes. Atom Egoyan adopta poses de film noir, relato de murder mystery y thriller erótico con una mirada fría y distante que le termina costando caro. Por más que incluya alteraciones temporales, afectación en las actuaciones, escenas de sexo subidas de tono, multiplicidad de narradores y sentido del humor irónico, queda preso de unos personajes poco convincentes, de agujeros en la trama y de explicaciones innecesarias. Si Paul Schrader superó la trampa de una historia similar en Auto Focus (2002) gracias a adoptar el punto de vista del protagonista y hacer una lectura de los hechos desde la fábula, aquí no importa si fue un asesinato, un suicidio o la complicidad. De cualquier forma los personajes estaban condenados, de allí que la fascinación de la protagonista no se sostenga. Ni siquiera la reconstrucción de época o la utilización de la colorida fotografía logran lucir porque Egoyan busca en otro lugar. Egoyan da otro paso en falso. Desde The Sweet Hereafter (1997) parece que no encuentra el rumbo, más allá de que Felicia’s Journey (1999) y Ararat (2002) todavía eran películas rescatables.