Trance (1998)

Cuento de terror en el que una familia viaja a Escocia al castillo de la abuela y descubre una momia. Esta revisitación de un viejo mito del cine de terror viene con recursos conocidos (alucinaciones del pasado, un científico loco, el gótico) y algunas aportaciones personales a partir de los apuntes dramáticos del alcoholismo y la desintegración de la familia y del look visual arty cortesía de Michael Almereyda. El gusto por las situaciones raras y por su acumulación como forma de desconcertar genera inquietantes momentos como cuando los personajes electrocutan a la momia, bajan al sótano o se juntan varios en un salón del castillo. El film se beneficia de una excelente ambientación repleta de pasillos, sótanos y sombras, y del hecho de que toda la acción se desarrolla en una interminable noche. Pese a que los recursos que utiliza, la cámara en primera persona de The Evil Dead (1981), los portentosos ralentíes de Brian De Palma o los sustos silenciosos como en la escena en la que aparece el jardinero nunca visto, pueden resultas familiares, el resultado es una experiencia perturbadora que está muy lejos del cine de terror convencional. La resolución nos guarda la impactante imagen del rostro de la madre en silencio, a orillas del mar y con la niebla del amanecer. Trance es uno de los films de terror más injustamente ignorados de la década de 1990. Almereyda logra trasladar el desconcierto de la historia a la puesta en escena.