Titicut Follies (1967)

Documental sobre una prisión psiquiátrica del estado de Massachusetts. Frederick Wiseman lleva al extremo las técnicas del documental de observación. No hay entrevistas, ni imágenes de archivo, intertítulos o miradas a cámara. Hasta tal punto que sus películas pueden pasar por ficciones híper realistas. Y uno se pregunta cómo logró que lo dejaran filmar ahí. En el film hay lugar para abusos (físicos, psicológicos y burocráticos) que los médicos y enfermeros infligen a los pacientes, pero están filmados con tanta naturalidad y cotidianidad que ninguno de los que causan o sufren parecen darse cuenta. La interpretación del número musical que da nombre a la película (presente al principio y al final) adquiere un tono triste y terminal. Para Wiseman las opciones son nulas en este tipo de institución: la única salida es en un cajón fúnebre. El aviso final que se ve obligado a incluir (que las condiciones del instituto mejoraron después de 1966) está puesto con inteligencia e ironía.