The White Diamond (2004)

Documental en el que un ingeniero británico prueba un nuevo dirigible para filmar la naturaleza en la selva de Guyana. Herzog vuelve a las expediciones en la naturaleza. Ahora filma el sueño de otra persona, pero su búsqueda de lo extraordinario se mantiene intacta. El film tiene tantos matices, tantas ideas, tantas sensaciones que a fin de cuentas la misión pasa a ser secundaria. Mientras se va preparando el despegue del dirigible la cámara encuentra unas aves que tienen su refugio detrás de una cascada que, por su altura e inclinación, es inaccesible para la visión el hombre. Pese a que a que un alpinista colgado logra con una cámara grabar algo, Herzog decide no mostrar el material y preservar esas imágenes para que permanezcan como misterios de la naturaleza. Además, encuentra otro de esos personajes maravillosos que sólo en sus películas pueden aparecer: un empleado de una mina de diamantes rastafari. La distinción entre documental y ficción carece de sentido en las película de Herzog. No porque en algún momento juegue con la confusión del registro, sino por la transparencia de la búsqueda de la verdad en las imágenes. En un momento, cuando Herzog recibe la cámara en el puesto de acompañante del dirigible a punto de despegar, dice: “In celluloid we trust.” El espectador bien puede decir: “In Herzog we trust.”