Cuento de terror en el que un científico loco que experimenta con la reanimación escapa de San Francisco para terminar en una isla del Pacífico con un grupo de náufragos camino a Australia. Pese a que el título indica otra cosa, se impone el tono de aventura en constante movimiento. En apenas una hora la película puede ser un policial, un film de barco, de isla abandonada, o de tribus zombis. El comic relief de Claire Dodd y la dicción exagerada de Lionel Atwill hacen irresistibles los cambios de lugares y tono. Joseph H Lewis corta los planos de forma poco ortodoxa sobre los rostros de los actores, en rápidos travellings o panorámicos y bruscos movimientos de cámara, lo que crea una sensación de vértigo. O tal vez sea sólo el efecto del pésimo estado de las copias que nos han quedado.