Biopic de al activista por la democracia birmana Aung San Suu Kyi desde 1988 hasta la actualidad. Luc Besson abandona las fábulas, la animación y el comic para hacer un retrato de una mujer política del tercer mundo. Los peores temores se confirman. Podríamos enumerar las vulgaridades al por mayor que el film ofrece: los diálogos tienen la profundidad de un traductor de Google, los primeros planos chorrean grasa, los actores ponen cara de sapo en todo momento, el uso de los efectos sonoros es irritante, la utilización de la música repugnante. La película pasa del reportaje televisivo a la parodia involuntaria. Besson sigue con la firme creencia que para filmar (o denunciar) hay que dar al público la mayor cantidad de puntos de vista posibles (abyectos) y no el mejor punto de vista. Si su intención era dar un paso hacia el cine “serio” llega demasiado tarde y es demasiado hipócrita.
