Policial en el que a un mercenario traicionado por su compañero le encomiendan proteger a un político asiático en San Francisco. Sam Peckinpah pierde un poco de realismo entre los diálogos “ingeniosos”, la puesta en escena algo desprolija, unos ninjas dando vueltas y una resolución en tono de broma en un buque abandonado. Pero cuando pone empeño en construir las secuencias de acción, de suspenso y los personajes es tal vez el mejor director en su género. La escena del escape de un hotel en un taxi resulta genial. Después pierde un poco consistencia y rigor, pero mantiene el atractivo hasta el final.