Comedia dramática en la que un ejecutivo de una empresa agropecuaria se convierte en informante del FBI en Illinois en la década de 1990. Basada en un caso real. Soderbergh vuelve al modo Ocean’s Eleven (2001), es decir, complicidad con el espectador, estilo canchero y sentido del humor, con un proyecto de larga incubación. Que el acercamiento sea el más adecuado para este film es otro tema. Es que Matt Damon es un actor con rango limitado para burlarse de sí mismo, el presupuesto en este caso no daba para muchas florituras y la década de 1990 todavía no cuaja como período histórico en el cine, sino ver I Love You Phillip Morris (2009). El film se cae por su propia falta de variantes. Lo que queda, un guión conducido por la voz, las mentiras y las revelaciones del protagonista, el leve tono paródico a los films de espías, una banda sonora de un anacronismo celebrado y una fotografía amarilla sin profundidad (parece un queso), es demasiado poco. El problema de Soderbergh es que los cambios de registros ya son previsibles y no sorprenden a nadie.
