Tercera parte de The Curse of Frankenstein (1957) en la que el barón vuelve a su pueblo en Suiza y encuentra a la criatura congelada en el siglo XIX. La dirección de Francis es tan correcta como anodina. Convierte al doctor casi en un héroe de acción. La presencia de un hipnotizador que controla al monstruo resulta curiosa. La criatura luce un maquillaje de yeso lamentable.