Cuento de terror en el que un virus vuelve locos a los habitantes de un pueblo e intervienen los militares en Pennsylvania. El gran mérito del film es utilizar una premisa sobrenatural para darle un dramático marco realista a la puesta en escena. A partir de la tragedia ya desatada, del montaje precipitado, de la suma de acontecimientos y de unas ajustadísimas set pieces, Romero hace un excelente retrato del caos. Si bien el film está más interesado en la crítica a los militares que en el escape de los protagonistas (por eso el tratamiento de la locura es superficial), domina una sensación apocalíptica que hace imposible el happy end.