Testigo para un crimen (1963)

Policial en el que un hombre investiga la muerte de su hermano en un club nocturno de Buenos Aires. Libertad Leblanc, esa fascinante mezcla de diva sexual y mujer corriente, es el principal atractivo de la película y la razón por la que el protagonista se infiltra en una banda de mafiosos de poca monta. La atmósfera, el ambiente y los personajes remiten a los primeros films de Jesús Franco. Vieyra incluye una mini secuencia de giallo (avant la lettre) con cámara en primera persona, estrangulamiento y testigo desnuda. El guión por momentos da señales de inteligencia (el protagonista que devuelve el dinero que ganó en una partida de póker, el giro sorpresivo del final). El problema es que los gangsters nunca sospechan realmente de las intenciones del protagonista.