Sexto capítulo de Night of the Living Dead (1968) en el que un grupo de supervivientes a la epidemia zombi se dirige a una isla de Delaware donde han logrado controlarla. Romero sigue abaratando los costos para expandir su saga. En este capítulo los zombis tienen un papel más marginal y el film adquiere poses de western anacrónico. Si bien los efectos visuales digitales debilitan el realismo, las historias paralelas tienen problemas para ensamblarse, las resonancias políticas son tenues, el terror está prácticamente ausente y el sentido del humor parece involuntario, el material siempre tiene la posibilidad de reflejarse en su propia mitología. En ese sentido, la presencia de internet en un mundo aislado, el intento de domesticar a los muertos vivientes, la erotización de la chica que cabalga un caballo zombi, la presencia adolescente como apunte malicioso y las cadenas que siguen atadas en la resolución son apuntes que resultan sugerentes, pese a tratarse del film más flojo de la serie. La saga todavía puede expandirse, pero la cercanía temporal de los últimos tres capítulos ahora sí muestra cierto agotamiento.