She Has to Say Yes (1933)

Comedia dramática en la que el dueño de una fábrica tiene la idea de utilizar las mecanógrafas como acompañantes para los shows de Broadway en New York. La película es un buen ejemplo del funcionamiento de la industria de Hollywood de la década de 1930 y el conflicto de intereses entre la pareja de directores designados para repartirse el rodaje. El comienzo es como un musical, salvo que no es compañía de danza sino una escuela de taquigrafía y los decorados son muchos más modestos, mucho más modestos. Los enredos son de una comedia romántica. La secretaria acepta al hombre, pero el novio se convierte en un pesado y Loretta Young queda atrapada en medio de los reproches. No hay niño de por medio entre ellos, así que las acusaciones son un poco livianas. Como no hay presupuesto, lo único que necesita Busby Berkeley es un sillón, un regazo, unos brazos y un beso para coreografiar el mejor intercambio de diálogos y miradas de la película: “¿Cuando me vas a tomar en serio?”