Drama en el que un circo ambulante llega a un pueblo mientras su dueño visita a la esposa que abandonó en Suecia a fines del siglo XIX. Lejos de hacer una celebración de la representación y del artificio, Bergman muestra un detrás de escena cargado de inestabilidad emocional y crudamente existencial. Más cerca de Browning que de Fellini, los monstruos de Bergman son demasiado humanos. Los actores parecen salidos de una pesadilla. En el recuerdo queda la escena del payaso y de la esposa con blanco incandescente.