Drama que narra dos historias paralelas, una en el que una mujer visita a su padre por su cumpleaños y descubre que tiene cáncer terminal en Grenoble, y otra en la que su ex esposo recluido a la fuerza en un hospital psiquiátrico de Paris. Desplechin arma un collage imprevisible con dos líneas narrativas a la que les agrega flashbacks, sueños y una división en capítulos. Y termina por derrumbar las fronteras entre el drama y la comedia. A partir de personajes fuertes, actuaciones al mismo nivel, violentos cambios de tono, un irreverente uso de la música y las citas literarias, construye un mosaico de emociones, sensaciones y estados de ánimo que nunca pierde de vista la noción de inmediatez de la puesta en escena. Son muchas más las preguntas que plantea el film que las que responde: la locura fingida o real de Mathieu Amalric, la carta final del padre que dice que la odia, la muerte del primer esposo de la protagonista. El secreto de la narración es la historia en ausencia. Las dos partes se sostienen por el inmenso trabajo de la pareja protagonista. Emmanuelle Devos combina fragilidad y determinación y Mathieu Amalric siempre está al borde del colapso. Así lo que se presenta como una tragedia con un enfermo mental deviene un retrato de una mujer que internaliza sus emociones y la comedia con excéntricos personajes y situaciones (la psicoanalista negra, el abogado drogadicto y el padre que reduce a los ladrones), un retrato de un hombre que las exterioriza. Desplechin sigue sorprendiendo con films cada vez más imprevisibles y delirantes. Tal vez el peligro es que el techo se acerca.