¡Que viva México! (1932)

Mezcla de documental y ficción que hace un retrato de los paisajes, la historia y las costumbres de México. La película está dividida en varios episodios (la boda de dos jóvenes, un paseo por la plaza de toros, un duelo en el desierto) que hacen ver a los actores de los anteriores films de Eisenstein como shakesperianos. Pese a que Eisenstein nunca pudo montarla, se intuyen sus concepciones sobre el montaje de atracciones. El film queda con un sabor de lo que pudo haber sido.