Drama en el que una diseñadora casada conoce a un empresario árabe con el que inicia una aventura en Buenos Aires. Campusano abandona la marginalidad del conurbano y adopta un registro extraño para el cine argentino. Su película busca el realismo y desciende la pendiente naturalista por caminos poco explorados. El tono de las actuaciones y los diálogos no teme al artificio. Son apenas herramientas para ir hacia el lugar donde que quiere llegar. Se destaca así la neutralidad absoluta en su mirada hacia los personajes, la seguridad en la planificación y la precisión casi quirúrgica para filmar las escenas más difíciles (que recuerda un poco a David Cronenberg).