Comedia dramática en la que un fotógrafo amateur se convierte en una celebridad en Baltimore. Waters no sólo se burla de la familia tipo americana (más normal que de costumbre en este caso), sino también del esnobismo los artistas y de los intelectuales capaces de celebrar cualquier novedad. Pueden verse en Pecker, el personaje, rasgos autobiográficos de Waters (mostró su mundo en la década de 1970 y transformó su obra en la década de 1980). Como siempre la puesta en escena es asumidamente elemental. Pero los chistes y las bromas funcionan a la perfección en ese marco. La exposición en New York y la fiesta final en Baltimore también se desatacan. Waters desarrolla su idea sobre el arte (puede encontrarse en cualquier lugar) con ironía (un personaje incluso brinda por ella al final). Conserva desde sus primeros films cierta ternura con la que mira sus personajes (por más asquerosos que sean). El film es un Waters menor (si es que existe un Waters mayor) que recupera el tono festivo de Hairspray (1988).