Cuento de terror en el que un hombre dado por muerto hace ocho años regresa a su casa de su familia en Dorset. La fotografía panorámica en blanco y negro se destaca por los extraordinarios movimientos de cámara. La película es precursora en la iconografía del asesino enmascarado del slasher, aunque no termine matando a nadie. Communion (1976) utilizará una máscara casi idéntica. La inexperiencia de Francis como director se hace notar en la forma demasiado artificial de crear y explicar el misterio y en el hecho de que la actuación de Oliver está totalmente desaprovechada.
Los psycho thrillers de la Hammer escritos por Jimmy Sangster son bastante rebuscados en cuanto a la trama, pero terminan siendo estériles porque la psicopatía sólo es una excusa para esconder el misterio y el dinero siempre termina siendo el móvil. En este caso tenemos a un impostor que se filtra en una familia con el objetivo de cobrar la herencia y un secreto del pasado que hace estéril su juego de representación. Francis, como casi todo operador de fotografía devenido director, sabe encuadrar los personajes en el espacio, pero dramáticamente su film queda a la deriva de las vueltas de guión.