Drama en el que dos amigos distanciados hacen un viaje a las cascadas de un bosque de Oregon. A partir de una mínima excusa argumental, de la importancia del escenario natural, de breves pero significativos diálogos, de la oportuna inclusión de planos detalle y del excelente uso de los sonidos, Kelly Reichardt transforma al film en una experiencia sensorial. La película cobra todo su sentido en la necesidad de los personajes de reencontrarse para que el recuerdo del pasado no sea tan doloroso. Lo que queda es la narración sueño en el tiempo y el contacto de los cuerpos en el espacio.