Historia de amor de una bailarina que queda en silla de ruedas y su compañero de baile que debe buscarse otro trabajo en el sur de California. Ida Lupino utiliza una trama de poliomielitis en el sub sótano del cine de explotación. A las sombras de nadie muestra que el arte americano empieza a tener identidad propia a partir de los exiliados del viejo continente que quedaron mudos. Casi al mismo tiempo que Nicholas Ray hacía su primer largometraje como director, el sufrimiento del artista se observa en ese gesto que sirve para compartir experiencias. La ensoñación del dolor desdobla el monstruo, ya sea una mosca o una pulga, el insecto sólo sirve para expresar lo inexpresable. La consulta al médico de a dos puede tener cualquier derivación, pero la educación corporal es la que finalmente se impone, de la danza y el deporte, al dibujo o la escultura. Las prisiones del cuerpo sólo las sana el tiempo, los nombres de las enfermedades son siempre provisorios. La música con otro acento es la que precipita la separación u ofrece una salida, la cura en fin. La espera a la salida de la clínica parece salida del cielo, pero no tiene nada de embarazosa. The Young Lovers, el título alternativo.