Drama fantástico en el que un campesino se convierte en hombre lobo en el campo de la Argentina. Leonardo Favio ensaya un ejercicio visual solemne, pero el relato no pierde emoción. La película se sostiene sobre todo en una bella historia de amor trágica. El hombre lobo está visto desde la mitología guaraní (el séptimo hijo varón, se llama lobizón), aunque conserva la bala de plata como arma para matarlo. La aportación personal del film es la presencia del diablo (le hace un pedido) y una breve descripción del infierno.