Mulholland Dr. (2001)

Cuento de misterio en el que una aspirante a actriz ayuda a una mujer con amnesia en Los Angeles. A través de un mecanismo tan simple como original, Lynch logra lo imposible: hace del espectador un personaje en la historia y convierte al actor en un espectador invisible del film. El doble desdoblamiento del misterio (de la búsqueda de las protagonistas y de la propia dinámica de la película) nos deja a merced de un espectáculo tan inexplicable como fascinante. La película gira sobre la importancia de la representación como forma de detener el tiempo. El hecho de que el film haya sido concebido como una serie de televisión (múltiples personajes, conflictos se dilatan, la narración que se fragmenta) es uno de los accidentes más fortuitos de la historia del cine. Mulholland Dr. resume muchas de las preocupaciones de David Lynch: el cielo y el infierno de Blue Velvet (1986), la personalidad perturbada de Twin Peaks: Fire Walk with Me (1992), los laberintos de la mente de Lost Highway (1997) y la emoción pura de The Straight Story (1999). Pero la capacidad seductora de las imágenes y la música resulta inigualable. La escena en el bar con el psicólogo, el descubrimiento del cadáver y el clímax con los viejos malditos demuestran que no hay nadie que pueda inquietar con tanta facilidad como Lynch. El film es uno de los pequeños milagros del cine de la década de 2000. Si todavía existe la noción de genio en el cine americano contemporáneo, David Lynch es uno de sus merecedores.