Drama en el que un veterano coach de boxeo acepta entrenar a una mujer testaruda en Los Angeles. El film está bien llevado hasta 3/4 de su duración con la descripción realista de ambientes y personajes, el tono melancólico y resignado y la tranquilidad y clasicismo propios de Eastwood. Más allá de los tópicos no deja de emocionar en ningún momento. Pero una vez que ocurre la tragedia deja ver todos los cabos sueltos: el sentimiento de culpa del protagonista mal expresado, los personajes estereotipados (como el retrasado que se entrena), las escenas de peleas de boxeo muy inverosímiles. Además agrega otros despropósitos: el tema de la eutanasia que nadie pidió o esperaba, la duda del protagonista que en realidad a nadie le interesa y el retrato de la familia de ella, sencillamente impresentable. Es como si Eastwood se viera forzado a incluir temas trascendentes y potenciar la gravedad del asunto según la estela de su film anterior, Mystic River (2003), en vez de disfrutar de sus personajes y situaciones desperdigando pequeños apuntes como tan bien sabe hacer e hizo en la primera parte del film. Tal vez el momento más emotivo, cuando ella entrena el día de su cumpleaños y por fin él decide darle consejos, está resuelto en un simple plano y contraplano. La única salida de tono es la narración en off del personaje de Morgan Freeman que en realidad poco agrega y nada cambia. La esperanza de que un gran film que vuelva a ganar el Oscar a la mejor película como Unforgiven (1992) queda categóricamente desechada.