Cuarto de los cuentos morales de Rohmer en el que un ingeniero católico está enamorado de una chica de iglesia y pasa la noche en la casa de una amiga en un pueblo del centro de Francia. Pese a ser un film más narrativo y menos propenso a la voz en off, igualmente logra la introspección en la mente del protagonista y tiene una saludable tendencia al placer de las conversaciones. Rohmer da lugar para que las charlas se den fácilmente y aparezcan tanto las discusiones filosóficas como el sentido del humor con naturalidad. El discurso sobre el amor y el azar termina siendo bastante optimista y religioso. Hay cierta idea de predestinación.