Giallo en el que un escritor americano es testigo de un asesinato en Roma y se pone a investigar por su cuenta. La película tal vez sea el film de Argento más contenido argumental y visualmente. Lo que no quita que sea uno de los más aterradores e inquietantes. Ya están presentes en su ópera prima la descentralización del espacio fílmico a partir del excelente uso de los planos detalles, los juegos con la memoria de una naturaleza puramente visual, el arte como disparador de la patología del asesino (un cuadro naif) y el sentido del humor que aportan los personajes secundarios (el homosexual, el proxeneta y el pintor).