Drama en el que un sonidista viaja a Lisboa para ayudar a un amigo que está haciendo una película. El film es una propuesta de Wenders más modesta y menos pretensiosa, por ende más disfrutable que sus últimos trabajos, un pequeño homenaje a la ciudad de Lisboa y al cine. Si bien la insersión de los niños y los músicos es algo forzada, la humanidad de Rüdiger Vogler es la que sostiene el peso del relato.