Drama bélico sobre unos soldados japoneses que deben defender la isla de Iwo Jima durante la segunda guerra mundial. La versión japonesa de la guerra entre Japón y Estados Unidos de Eastwood termina siendo un film mucho más convencional, pretensioso y conformista, más allá de algunas inapelables virtudes. Comencemos por las virtudes: la narrativa transparente de Eastwood ya es invisible, el ritmo pausado le hace bien a la resolución y la banda sonora tiene acordes que quedan grabados. Pero después hay que sufrir una sensiblería pocas veces vista, situaciones por demás manipuladoras y un tremendismo alarmista de fondo, como si el escenario garantizara todos los golpes bajos. En el film anterior Eastwood no dudó en criticar a su gobierno, pero ahora con los japoneses adopta una postura condescendiente y paternalista. Por no hablar del deficiente dibujo de personajes, desde el capitán compresivo hasta el soldado cobarde (no hay que olvidar que Steven Spielberg y Paul Haggis están detrás del proyecto). Es hora de que Eastwood vuelva al cine y a los géneros que mejor hace y deje los premios de la academia para otros.