Le refuge (2009)

Drama en el que una mujer con problemas de drogas queda embarazada mientras que su novio muere de una sobredosis y se muda a una casa en una playa en Francia. Nuevamente Ozon parte de una premisa argumental efectista, Le temps qui reste (2005), para hacer un viaje de desprendimiento y purificación. Si ahora sus guiones no esconden los golpes de efecto, la puesta en escena ha ganado simpleza y va directo al corazón. En ese sentido, la presentación de la pareja protagonista en un departamento con la guitarra raspando, la visita de ella al velatorio donde la madre la espera, la escena en la playa con la panza al sol, el encuentro con un desconocido al que le pide que acuñe al bebé y la fuga para fumarse un cigarrillo en el tren son momentos en el que el poder afectivo y el poder reflexivo van de la mano. Después, las virtudes de siempre de Ozon, la gran dirección de actores (en especial de Isabelle Carré), la fotografía en scope (ahora digital) y la oportuna utilización de la música y los sonidos, lo confirman como uno de los formalistas más consumados del cine contemporáneo. Ozon tiene la capacidad de asumir el estado de ánimo de sus personajes, erotizar todos los cuerpos y todas las acciones y cortar las escenas en el momento justo. De a poco se ha convertido en un maestro de la distancia, la síntesis y la sugerencia. Continúa haciendo con una irreprochable agudeza pequeñas películas de un inmenso valor.