La vie de Jésus (1997)

Drama en el que un joven desempleado vive con su madre en Bailleul, un pueblo al norte de Francia. Uno se pregunta de dónde viene proviene el malestar en los films de Dumont: de la crueldad, de la violencia, del racismo, de la falta de horizontes. Pero en realidad es el conflicto que se prolonga y no se resuelve el que causa el auténtico malestar. Las huellas patentes de Bresson (actores no profesionales, estilo seco, minimalista) y de Spetters (1980) de Paul Verhoeven (los jóvenes motociclistas, la humillación) se confunden con intereses contrapuestos. Pero no deja de ser paradójico que la búsqueda de la compasión y la misantropía extrema sean los dos procedimientos que utiliza Dumont. Por momentos hace ver a los personajes como mártires de un padecimiento infinito, pero en otros como bestias mecánicas carentes de alma. Algunas situaciones (el grupo de amigos sentado en el cordón de la calle, el insecto que recorre el cuerpo del protagonista tendido) tienen una incómoda belleza. Dumont es otro provocador del cine contemporáneo cuya carencia de ironía lo hace un poco menos despreciable.