La calle grita (1948)

Comedia dramática en la que una empleada le pide a un vendedor ambulante que se haga pasar por su prometido para pedirle un aumento a su jefe economista en Buenos Aires. En la primera parte la película aprovecha una problemática cada vez más contemporánea (la inflación) para hacer una ágil y fluida comedia de enredos. Al llevar la premisa lo más lejos posible (el economista diseña un plan de ajuste para la pareja), el film desciende por la pendiente naturalista que más tarde será utilizada por Marco Ferreri en España, especialmente en El pisito (1959). El problema es que más tarde se corre de ese lugar (el economista a fin de cuentas es un hombre digno con sus problemas familiares) y le falta decisión para adentrarse en la comedia romántica, precisamente porque no tiene personajes para ello.