Drama en el que la esposa de un empresario que está saliendo de una depresión conoce a un ingeniero en Ravenna. El estado mental de la protagonista puede verse como un reflejo de las nuevas sociedades industriales y del irreconciliable choque de lo artificial y lo natural. Pero también de las preocupaciones de Antonioni como cineasta (¿qué ver?) y como persona (¿qué hacer?). Antonioni siempre ha sido vanguardista en el uso de la música (electrónica en este caso) y de los colores (el humo que largan las chimeneas) para expresar los sentimientos de los personajes.
El film es una de las de películas más enigmáticas e inquietantes de Antonioni. De alguna manera recopila y expande los motivos de las tres películas anteriores hasta llegar a un cierto aire de cuento de terror. Al mismo tiempo que supone una departida prácticamente definitiva del neorrealismo porque la realidad ya está vista en su totalidad desde el filtro de una patología. La incursión en el color le dio a Antonioni la oportunidad de experimentar con la relación entre figura y fondo como nunca antes lo había hecho en su obra. Los colores deshumanizados del ambiente le sirven para ambientar el estado de crisis de la protagonista, pero aún así, desprenden una extraña belleza. Si la película no fue muy bien recibida en el momento de su estreno se debe a que planteaba ciertas cuestiones adelantadas a su época. Los miedos (a partir de la indefinición de la amenaza), los ataques de pánicos, la preocupación ecológica (a partir de la contaminación ambiental) eran todavía temáticas poco exploradas por el cine.