Tres cuentos de terror de variada temática y ambientación. En el primer segmento, Il telefono, una mujer es acosada por teléfono en su departamento, todo un antecedente de Scream (1996). El segundo episodio, I Wurladak, en el que un vampiro acosa a su familia en la Rusia del siglo XIX, se destaca por la ambientación y la atmósfera. El tercer segmento, La goccia d’aqua, sobre una enfermera que roba un anillo a una paciente que acaba de morir, es una especie de resumen de la postura de Bava sobre lo sobrenatural: la creencia no garantiza la presencia.
Luego de la buena recepción de La maschera del demonio (1960) en América, estrenada con el título de Black Sunday, American International Pictures le encomendó a Bava otro film de terror gótico, ahora con una figura mítica como protagonista: Boris Karloff. Como resultado tenemos el primer film de terror en color de Mario Bava. Si bien la estructura de episodios pocas veces garantiza buenos resultados en el género, aquí Bava se las ingenia para relacionar los tres episodios a partir de cierta idea sobre el tiempo. El primer episodio introduce la repetición, el segundo juega con la idea de la inevitabilidad, y el tercero finaliza con la idea de la circularidad. El primer y el tercer episodio son ejercicios de terror puros, que se benefician del planteo directo de la historia, del original punto de partida, de los giros de la trama (el primero) y de unos impresionantes efectos especiales de maquillaje (el tercero), pero es el segundo episodio donde Bava muestra todas sus habilidades como director. Pese que el principio cuesta adaptarse a un ritmo y a una temporalidad completamente diferentes a las del episodio anterior, Bava no tarda en crear una atmósfera inquietante y momentos de una aterradora belleza. En ese sentido, las imágenes de la iglesia abandonada en la que la pareja en fuga se refugia para pasar la noche dan la impresión de un gigantesco cuadro salido del infierno. Los tres o cuatro planos que Bava utiliza de esta imagen tiene la misma composición, la misma cámara fija y están tomados desde la misma posición. Los personajes pueden entrar y salir, pero no pueden modificar su trágico destino.