Historias breves (1995)

Película de episodios en Argentina.

Rey muerto (Lucrecia Martel): Drama en el que una mujer abandona a su marido en un pueblo ficticio del norte de Argentina. El estilo visual de cartoon al principio descoloca. La fotografía quemada. Es como si Martel intentara sacarse todos los malos hábitos visuales de una con este cortometraje. Los diálogos casi inaudibles. Hace una pintura del pueblo casi al pasar y es poco lo que tiene agregar a la relación de la pareja protagonista. Tiene la concisión de un cuento.

Dónde y cómo Oliveira perdió a Achala (Ulises Rosell y Andrés Tambornino): Comedia negra en la que dos hombres se pierden buscando a un pueblo de la provincia de Buenos Aires. El corto se agota en la brevedad de su anécdota, su vocación pintoresca sólo surge esporádicamente. Los realizadores encontrarán un mejor tono en El descanso (2002).

Cuesta abajo (Adrián Caetano): Thriller fantástico en el que un hombre maneja en una carretera en el noroeste de la provincia de Buenos Aires. El estilo visual de Caetano ya se muestra afianzado desde los primeros segundos. Tal vez le falte un giro o una vuelta de tuerca más, pero es un esfuerzo más que

Niños envueltos (Daniel Burman): Comedia dramática en la que un hombre conoce a una vecina por un error del delivery de comida en Buenos Aires. Manierismo de los films de Jean-Pierre Jeunet. Como estamos en la década de 1990 el delivery tiene nombre extranjero.

Guarisove (Bruno Stagnaro): Drama en el que un grupo de soldados argentinos perdidos continúa en Malvinas poco después de la guerra de 1982. Una mirada tragicómica a un tema serio. Bordea casi lo fantástico. Los personajes se vuelven reconocibles inmediatamente.

Noches áticas (Sandra Gugliota): Policial en el que una operadora de una línea de sexo se relaciona con unos estafadores en Buenos Aires. La trama se supone atractiva, pero en tan poco tiempo no puede sacar provecho de ninguno de sus escenarios. Adopta poses, pero no puede salir de la pose.

La simple razón (Tristán Gicovate): Cuento de terror en el que un joven se acuesta con una vampira en Buenos Aires. Una rara incursión genérica. Filmada casi al mismo tiempo que Habit (1995), pero al mismo tiempo la debilidad del retrato del personaje masculino. La belleza de. La dosificación de la información y el gusto por la sugerencia en este caso termina siendo contraproducente.

Ojos de Fuego (Jorge Gaggero): El mejor comienzo de la serie. El fuego, Stephen King, el magic clic, los saqueos a los supermercados, el gesto desafiante. Y después se encierra en los lugares comunes del reformatorio.

Kilómetro 22 (Paula Hernández):

La ausencia (Pablo Ramos): El viejito que se paraba el balcón y hacía magia. No está mal rescatar ese momento, pero el joven actor no tiene nada que hacer ahí, ese es el verdadero fantasma. Mirando el riachuelo desde una fachada destruida. Por algo Ramos.