Thriller de acción en el que un especialista de efectos especiales de cine es contratado por el gobierno para fingir el asesinato de un mafioso en New York. El atractivo arranque, con el retrato del protagonista solitario y la simulación del asesinato, no tarda en diluirse. El film se resuelve como un correcto y anodino policial. Es que para el protagonista pueda utilizar sus habilidades como técnico de efectos especiales (falsas heridas, maniquís como armas, explosiones) el guión debe forzar demasiado las situaciones.