Comedia dramática en la que la esposa de un escritor americano descubre que él tiene una amante en Paris. Se entiende que Chabrol no guarde un buen recuerdo de este producto. Porque los personajes están al borde de la caricatura, el humor es de trazo grueso, las alucinaciones insertadas son innecesarias y el crimen nunca aparece. Su cine queda desprovisto de sutileza, pero aún así es disfrutable su veta surrealista a la Buñuel.