Drama en el que una psiquiatra sufre un ataque nervioso e intenta suicidarse en Estocolmo. En los films de Bergman aceptamos cosas que en el restos de los dramas serían inadmisibles. Pero no porque él sabe cómo hacerlos y el resto no, sino porque los problemas que se plantea están más allá de lo coyuntural de un guión. Su empresa por un cine del rostro alcanza uno de sus exponentes más extremos con esta película. Además, sabe cuándo no utilizar primeros planos (la escena del intento de violación que da el nombre al film). Liv Ullman se convierte en la mujer de los mil rostros y su actuación, sencillamente magnética. Tal vez esta y no Hour of the Wolf (1968) sea la verdadera película de terror de Bergman.