Thriller en el que la dueña de un estudio de videojuegos es asaltada por un violador en Paris. Adaptación de la novela Oh…(2012) de Philippe Djian. Paul Verhoeven se saca de encima el tema de la violación, la venganza y la misoginia ya en la primera secuencia de la película: la mirada del gato, los gemidos que bien podrían ser de dolor o placer, el corte y la imagen de Isabelle Huppert jugando con las burbujas de sangre en la bañera. El film muestra a un Paul Verhoeven tan malicioso como en Basic Instinct (1992) o Showgirls (1995), pero con la diferencia que la historia está ambientada en Francia. El film hace un gran retrato de los personajes secundarios (los familiares, los amigos, los vecinos, los compañeros de trabajo) y de sus relaciones con la protagonista. Tal es así que en determinado punto la trama policial queda en un merecido segundo plano y se convierte en el plus de la historia. El asalto luego se muestra en un flashback engañoso. El rostro de Isabelle Huppert mientras fantasea con otra versión del ataque en la que mata al asaltante es digna de la de Anthony Perkins en Psycho (1960).