Drama en el que un apostador de peleas de gallos se enamora de una chica en un pueblo de Mendoza. La ausencia de sentimentalismos con que está esbozada la historia de amor (o triángulo amoroso) da a la película una libertad formal que no impide la emoción. Pero el arriesgado trabajo de puesta en escena tampoco descuida la autenticidad en el retrato del contexto rural argentino (las peleas de gallos, los bailes típicos).