Drama criminal en el que una banda de jóvenes estafadores sigue a su jefe en Buenos Aires. La propuesta es atractiva. El jefe no es exactamente un film de delincuencia juvenil o de mafiosos en el sentido del cine americano. Tiene una indudable impronta local. Pero peca de ingenuidad y moralismo. Las estafas que cometen que cometen son pequeñas, relativamente seguras y sin violencia: una subasta improvisada, la venta de departamento vacío. Pero la revista de desnudos no es ningún crimen, salvo el de la sustitución de importaciones (ah perdón, ese tampoco es un delito). Por eso es que sobre el final debe inventarse un conflicto (y no el más feliz: el asesinato accidental de una prostituta) para juzgar y condenar a sus personajes. Sólo la familia salva de la mugre.