Eastern Promises (2007)

Drama criminal en el que el chofer de una organización mafiosa rusa ayuda a una enfermera a encontrar la familia de una adolescente que murió durante el parto en Londres durante el año nuevo. Haciendo una especie de prolongación o continuación de A History of Violence (2005), David Cronenberg llega a un lugar similar al de Hitchcock. Con el refinamiento habitual de la puesta en escena, la negación a regalar cualquier corte o movimiento de cámara gratuito y la reducción del guión a lo puramente sustancial puede llevar cualquier material a su terreno. Logra con una facilidad admirable un inquietante cuento policial en el que cada mirada y palabra es tan filosa como un cuchillazo. La película es un perverso cuento moral donde es imposible distinguir los buenos de los malos. Es que después de Crash (1996), los films de Cronenberg desprenden una sexualidad arrebatadora que va más allá de cualquier tipificación o calificación y sus personajes han superado la tensión Eros / Tánatos y la ambigüedad moral de manera tal que ahora el entorno se ve más claro. Cuesta pensar en otro director que pueda conjugar lo que muestra y lo que sugiere al mismo nivel. Para el recuerdo queda la actuación de Viggo Mortensen, con sus pequeños gestos y la dicción realista, el montaje intelectual del plano que muestra el auto frenando al lado de la moto de Naomi Watts y la pelea en el baño público, tal vez la escena de acción más impactante del cine en lo que va del siglo XXI. Cronenberg sigue en plena forma. Lástima que algunos tardaron tanto en reconocerlo o descubrirlo.