Cuento de terror en el que una joven empleada bancaria recibe una maldición gitana y es perseguida por un demonio en Los Angeles. Luego de casi una década abocada a Spider-Man, Raimi vuelve al cine de terror en la que tal sea la movida más inteligente de su carrera, al mismo tiempo que supone un regalo para los admiradores de The Evil Dead (1981). Porque el estilo visual está más depurado, la identificación con el personaje es absoluta, el humor slapstick sigue intacto y el poder de síntesis del comic está presente. Como resultado tenemos uno de films de terror más divertidos y ágiles en mucho tiempo. A fin de cuentas la historia no pierde el contacto con la realidad y lo cotidiano (la protagonista sigue yendo al trabajo, la competencia por el ascenso, la cena con los padres de su novio). Lo fantástico y lo terrorífico no tiene intención de asquear o repugnar, sino de sorprender y asustar. Destacar la mezcla vulnerabilidad y fortaleza en la interpretación de Alison Lohman, el uso de la música que combina violines punzantes y sintetizadores amenazantes, la referencia a un clásico olvidado como Night of the Demon (1957) y la resolución shoqueante que es una declaración de principios. Es saludable que en el panorama actual de los maestros del cine de terror americano (Craven en decadencia, Carpenter semi retirado, Hooper marginado) Raimi vuelva a las raíces.